martes, 23 de agosto de 2022

Nadie esperará por ti

Nadie esperará por ti, 


ni por mí.


Por casualidad he viajado atrás en el tiempo y se me ha encogido el escroto de emoción, quizás por el misterio que envolvía este blog, por sus comentarios de hace ya tantos años, por volver a pensar que una vez fui escritor. 

Pero ese Peter Pan creció y se hizo cenizas en un leve torbellino de aire gris, levitó en lenta suspensión como un testamento de cuerpo presente que se va apagando detrás del mar. 


Quizás vuelva a fumar en soledad, por nostalgia, por volveros a ver a todos de nuevo. Muchos habéis muerto como yo, quizás haya vuelto para saludar por última vez ya que el 4 de abril del 21 no dije ni "chau". Cuidados intensivos lo llaman, a mí me suena más a la ausencia de tinta que no escribe ni pinta un garabato. 

Quizás haya cambiado el collar del gato.

Quizás haya perdido las vidas que me quedan.

Nadie nos está esperando,

todos hicieron las maletas y se han mudado.

domingo, 4 de abril de 2021

Reloj no marques las horas

Siempre se va, siempre.
Sabe que voy a escribir, cierra la puerta y me regala tiempo.
Hace mucho que no ejerzo, la vida tranquila pocas veces requiere esfuerzo y los libros y cuadernos se abrigan con el polvo olvidado de aquel recoveco que siempre olvidé limpiar.
Ya todo es instantáneo, la dopamina se regala y nos relaja por fracciones, micras y gramos. La vida se resume en un parpadeo que bate sus alas en el justo momento de la detonación. Después todo es sombra hasta que llega la oscuridad, lentamente. Como el beso que nunca se acaba tendiendo un último húmedo puente entre dos ventanas de carne, vecinas en una calle de Madrid que respira polución con estrés por llegar adonde uno no quiere.

Quizás las prisas por llegar hayan reventado el reloj que nunca daba las horas






domingo, 7 de junio de 2020

Nueva normalidad

En tu yugular miles de agujas nerviosas buscaban el salto al precipicio de tu bomba roja.
Las calles hablaban pisadas en pretérito y nadie volvía la mirada, mis ojos desnortados se anclaban en coordenadas escritas en una servilleta de bar, seca, rugosa y cuadriculada.
Me he perdido en una ciudad que te ofrece una alfombra llena de cenizas cuando pagas el peaje de la A6.
Subo con bolsas llenas de conversación a tu casa y la impaciencia hace grietas en los cuerpos difuminados. Nos hemos olvidado de los años pasados y parece que los recuerdos pesan demasiado.
“¿Dónde está el whiskey?”
Hay hielos en la mesa de la cocina, mis amigos discuten en el pasillo, se quieren mucho y nadie sabe que se van a divorciar. Me tomaré la copa caliente mientras pisamos el techo de unos vecinos que nunca faltan a misa de 12. Eva y su novio hablan con Laura, están sentados en dos sofás que hacen ele, comparten una mesa llena de cadáveres de pipas de calabaza y posavasos de un bar de Amsterdam donde alguien del piso quiere recordar las neuronas que se fueron con el humo.
“Ahora vengo, voy al baño.”
Por lo visto aquel cuarto de baño fue tierra de cultivo de conversaciones de mierda que nadie se acuerda y algún pitillo de coleta gris al lado del jabón de manos. Nunca fue testigo del luto al día siguiente. Pobre Jesús, nunca se quejó del Chernobyl que dejamos atrás.
Me han encerrado en una casa con amigos y sólo puedo saltar por una de las dos ventanas que dan al parking del Alonso Cano 99.
Necesito verte más a menudo. Siento haber dejado de escribir en tu costado donde mis sueños soñaban con agujas de tinta en tu epidermis.
Lo siento, he perdido la forma y las formas. Soy más viejo y tengo menos sueños inmateriales. Ahora imagino con letargo y respiración pausada. Debo volver a rajarme las venas con las hojas de aquellos libros empapados en polvo pero tengo agujetas de correr alrededor del reloj.

miércoles, 12 de junio de 2019

Tiempo y espacio (arena)

Ha pasado mucho tiempo desde la última vez.
Mis dedos tiemblan al plantar cara a un nuevo estío de celulosa que parecía en barbecho. Mi pecho palpita, cabalga sobre el tambor del llano, caballos fuera de sí pisando sobre sílabas sin saliva, sin salida entre trago amargo ahogado y malogrado.

Ha pasado mucho tiempo y sigo sin verte. 
Da igual amarillo o verde,
lejos o cerca, 
la valla que nos separa nos depara un reloj sin arena.
Lejos y cerca.

No duelen tanto las espinas de la verja.

jueves, 7 de febrero de 2019

Metro

Te bajaste en Ópera.


Y el resto del viaje fue un drama.

En el cielo no hay alcohol (VV)

Buscando tus abrazos en el exilio, ese abrigo que solamente irradia una cuna y el recuerdo de aquella chimenea donde restallaban pupilas al son de madera seca.
Ahora, en mi lecho de muerte en vida por un día, cada día que me atropella el mediodía con su tren de excesos y lagunas de cubos de hielo, quiero volver a tu piel, al silencio del campo de tu epidermis, ahora, cobarde de mí.
Quizá sea porque me estoy haciendo mayor, más débil, más pequeño. Quizá siga sin aprender la lección. Ya no sé hacer ni chuletas.

miércoles, 19 de diciembre de 2018

Friday's special

Suena Soma y la bailarina de vinilo gira y gira sin marearse, todos están presenciando cómo escribo la primera página de mi autodestrucción. Es una página en blanco que nació ya arrugada, un aborto de imaginación desgastada en los baños de lugares a los que nunca volví, o creo recordar no haber vuelto.
Me quedo con el recuerdo de tus medias perfectas y me pierdo en la ingle que da nombre a tu cara desgastada. Me quedé en aquel bar de aquella calle de aquel lugar de aquella ciudad en la que nos cruzamos sin querer saber que nos conocíamos de otro bar de otra calle de otro lugar de la misma ciudad. Me quedé frío y solo, que al fin y al cabo es lo mismo que levantarse un viernes a las 7:10 de la mañana e irse a casa un sábado a las dos de la tarde.