martes, 2 de marzo de 2010

El destino

El destino es una teja de leche en un día de viento.

Después de leer

Fue un domingo triste, como la mayoría de los domingos, envuelto en un silencio gris que bañaba las calles y empapaba a los transeúntes que la ensuciaban. La tarde empezaba a vestirse de luto cuando entré buscando refugio en el café Alcaraván con el propósito de leer un par de capítulos de Las pequeñas virtudes, libro de Natalia Ginzburg.
En esta ocasión el camino no fue verdaderamente importante, sino el resultado. Después de leer y abonar un té verde que se quedó frío salí a la calle con otra perspectiva de mí mismo. Una sensación rara, sedante y turbia me invadía placenteramente mientras dirigía mis pasos hacia la fachada de la universidad. Miles de líneas aparecían y solamente deseaba escribirlas antes que se secaran, deseaba escribirlas sin apenas digerirlas. Sentía el brazo derecho, el que sujeta la pluma y tanto me ayuda a volar, más caliente que su hermano. Sentía la necesidad de escribir sin saber que aquel efecto duraría apenas unos minutos más. Bajé la calle Libreros mirando al suelo y pensando en el rápido y desgarrador movimiento del cocodrilo que dura escasos segundos, escasos metros. Si el animal lo aprovecha tendrá alimento, por el contrario si su víctima se percata de su presencia y tiene la suerte de huir, el cocodrilo se volverá, cansado por el esfuerzo inútil, al pantano. Mi mente era un cocodrilo que devoraba a cada paso. El único problema fue que no había víctima.
Me giré, alcé la cabeza y observé a la famosa rana incrustada en la calavera. Después de leer aquellas líneas con las que tanto me sentí identificado una parte de mí se apagó momentáneamente, justo el tiempo que duró aquel éxtasis silencioso. Después de leer me sentí incapaz de relacionarme con el resto del mundo, no articulaba las palabras como las suelo articular, me mostré pausado con una mirada tan transparente que no decía nada. Todas las palabras querían hablar de lo que había leído y después del típico “Hola, ¿Qué tal?” tan sólo quería volver a pensar en aquellas letras que unidas han tenido más significado que cualquier bandera.
Después de leer pensé que aquel libro me había leído a mí.