martes, 31 de marzo de 2009
Sin batería
jueves, 26 de marzo de 2009
Otra vez tarde y borracho
miércoles, 25 de marzo de 2009
La ivaginación
sábado, 21 de marzo de 2009
Cuesta
lunes, 16 de marzo de 2009
Viaje desde hasta hacia para por
"Del papel que ella me dio en blanco y yo convertí en letra azul en el autobús de vuelta a Salamanca y que se extravió en el autobús o de camino a casa el 15 de Marzo de 2009 y que he reconvertido con el fin de desahogar la tristeza que implica perder algo con un valor incalculable para mí y que tan sólo significa una hoja doblada dos veces para el resto del mundo"
No hay lugar con más encanto que una estación de autobuses. Todavía es de día, las maletas van y vienen, algunas dicen adiós girando el cuello dedicando una última mirada hacia el andén. La atmósfera que rodea a las estaciones de autobuses debe de ser especial porque hace que las personas expresen su amistad, amor, añoranza por la ida y un sinfín de sentimientos, buenos sentimientos, forjados con la incandescencia de un abrazo mientras se repiten las palabras que ya han sido dichas una y otra vez antes de la despedida. La repetición mecánica de una o varias frases tiende a memorizarse (a corto plazo) y quizás se haga para evitar el olvido, quizás se haga para evitar el olvido.
No hay lugar con más encanto que una estación de autobuses, está oscureciendo pero todavía hay luz suficiente como para dibujar la escena, la luz es escasa pero intensa y las maletas que salen de la bóveda con olor a ropa doblada intentan observar entre algún bostezo y estiramiento si les han venido a buscar. Algunas salen disparadas a la salida sin mirar sabedoras de que nadie les está esperando. Recién llegada, maleta en mano que abandonará en vertical para dar abrazos entre un mar de piernas locas. Tanto los abrazos de bienvenida como los de despedida, los de despedida quizás más, son más sentidos y tienen más significados, son nudos en cuya efímera fugacidad nadie puede desatar, nadie puede desatar.
La llegada implica despedida pero la despedida no implica nada más que tristeza, tristeza que siempre sobra y que se encuentra en un sucio rincón acolillado de cualquier estación de autobuses esperando compartir viaje con alguien que se despida, con alguien que se despida.
Menos mal que las últimas miradas, las últimas palabras, el último tacto de tu mano, los últimos abrazos y los últimos te quiero que decimos con el fin de parar el tiempo no siempre son los últimos, no siempre son los últimos.
lunes, 9 de marzo de 2009
¡Cuánto habría ganado quedándome en la cama!
Pillo el coche y a los 5 minutos un anciano de aspecto jovial me da por detrás, es decir, impacta con su cïtroen pitingo de color azul en el extremo derecho trasero de mi coche, (mi coche que comparte mi hermano conmigo y que nos compró mi padre). Del impacto creí que me había metido en un hoyo, miro hacia atrás y ahí están la pareja, su mujer ni se inmutó y yo mientras mirando qué había pasado y buscando los porqués de semejante sacudida, todo esto aderezado con una cola como la de nacho vidal pero en metálico rugiendo con sus cláxones impacientes conductores con boina babeando de rabia que deberían tener todavía una ele cargando en el remolque de ignorancia supina y que no se acuerdan de cuando ellos la llevaron(la ele) porque la imbecilidad de estos papanatas no tiene límite y si lo hubiera o hubiese lo destrozarían a la velocidad de la luz por el carril de la izquierda adelantando en rotondas para avanzar un magnífico puesto que le ahorrará 5 segundos de su vida detrás de un novato que lleva tres semanas con el coche. Total que del impacto se me salió el intermitente delantero bajo izquierdo del coche, que la amable transeúnte por la que paré para dejar pasar en el paso de cebra de la discordia y que fue el origen de mi "porculada", me indicó que no estaba en su lugar, como si de un ojo salido o saliente colgando de las venas. Entre el jaleo de cláxones una chica en un coche negro con los labios rojos, no sé si del carmín o de la sangre que sus propios mordiscos provocaban por una rabia desatada a causa de esperar a un novato que ha "recibido" por primera vez me gritó "pero mueve el coche que &$&¡¡¡* ..." a lo que le contesté con la peor de mis caras(me cuesta poco ponerlas) que ARGH%&!!!!!... esa chica moderna no se había dado cuenta que todavía le adorna una preciosa boina con restos secos de paja.
Al final conseguí colocar el intermitente en el trabajo y cuando volvía a casa, casi con la sonrisa de lo que ya era una anécdota...
se me rompe de cuajo la llave del buzón al girarla y se queda dentro.
La gente que viene de fuera y dicen que los charros somos muy de pueblo...aciertan muchas veces.
Feliz Lunes.